domingo, septiembre 28, 2008

De ratas y hombres


Una de las cosas más clarividentes del artículo de Rivas sobre el famoso bailout y el viejo-nuevo orden mundial es la frase: "una época de estado de inmoralidad permanente". Qué hallazgo. La moral, ¿qué era eso? ¿Moral cristiana, ética? ¿Eso que se le explica a los niños cuando quieren cambiar las reglas a su antojo?

Decía Hobbes que el hombre es malo por naturaleza, un verdadero lobo. Pero algo debía de ver dentro de sí mismo, cuando deseaba inconscientemente que el vecino se partiera una pierna o que la mujer de su amigo se metiera en su cama. Para creer algo así uno tiene que estar lleno de mierda, ser un lobo. Por eso desconfían de los demás, porque se conocen muy bien a ellos mismos. Pero también hay hombres, que jamás harían esa generalización porque conocen al menos una excepción. Hay algunos. Como Paul Newman, que regaló en vida cerca de 200 millones de dolares a gente que lo necesitaba más que él, gracias a su salsa para ensaladas, o que hizo que miles de niños sin recursos pudieran ir a campamentos todos los veranos durante muchos años. Y encima esos se mueren. Los otros parece que no se mueren.

Luego están las ratas. Gente que monta un chiringuito chatarrero y lo llama grabaciones chatarra. Contratan a grupos que les regalan un disco que ha costado varios miles de sudores con la promesa de producirles un segundo. Después de quedarse con dos mil sudores de anticipo, cuando llega el momento de grabar ese segundo disco la chatarra ha sido absorbida por el ano de otro ente más grande, una locomotora que arrastra vagones de chatarra. Por el camino, ese agujero negro ha hecho desaparecer los contratos del pequeño chiringuito, y con ellos las ilusiones y los sudores en forma de billetes. La locomotora hace bastante ruido, pero como además su mercancía es puro metal oxidado, el estruendo es brutal. Así que te recomiendan que mejor no grites porque no te va a oir nadie. Seguramente te vas a quedar afónico.