martes, junio 21, 2011

Begging


Nuestra historia no debe de ser muy distinta a la de muchas bandas. Sobre todo en una cosa: la mendicidad. Pides que te escuchen, pides que te hagan caso, pides que te vean, pides que te contraten y te editen, pides que te compren, pides que te promocionen, pides gustar. Cansa. Después de habitar un sello que se fue a la mierda porque la única razón de su existencia era sacar dinero explotando ilusiones, y conocer el enmierdado sistema de promoción que existe en el planeta-medios de la música "independiente", te cansas. La última es la contratación para un festival que organiza una promotora. Acuerdas todo, reservas el día, ensayas... y luego el ayuntamiento le da el festival a otra promotora y les avisa la semana anterior. La pregunta aquí es: ¿cuántas p#%@&s caben en una sola boca? La respuesta es fácil: una.

Dice Bobby McFerrin: "I grew up in a time when being a musician and learning to be a musician was actually very wonderful". Well... good for you Bobby, good for you!

viernes, junio 17, 2011

Treme vs. el individualismo en el jazz



Una de las cosas más interesantes de Treme es que te recuerda que el jazz, antes, era una música colectiva. Acostumbrados a la escena actual, donde el nombre principal es lo más importante y el resto de músicos son sólo sidemen, llama la atención cómo en Nueva Orleans (que es la cuna del jazz), la música es una actividad que se practica en grupo: las marching bands (en europa tenemos los pasacalles) en entierros, o en los desfiles del Mardi Gras.

Cuando el jazz se empezó a popularizar, los grandes nombres, como Duke o Benny Goodman, sólo eran un reclamo, y en sus orquestas tocaban los mejores músicos. Pero, sobre todo, las armonías se construían con varios vientos a la vez. Algo que incluso en los mejores tiempos se mantuvo: el primer quinteto de Miles tenía a veces dos saxos (era más bien un sexteto, con Cannonball y Coltrane), Ornette Coleman siempre lleva un trompetista o corneta y el disco que empezó el free jazz tenía dos bandas tocando a la vez, Mingus tocaba con una sección de vientos casi completa, etc.

La posibilidad de ver a un saxo haciendo una intro armónica para el solista, como en All Blues, es casi irreal hoy en día. Es cierto que hay músicos cuyo discurso requiere todo el protagonismo (Coltrane, Parker, aunque este aún tenía a Gillespie en su grupo), pero es triste que en el jazz contemporáneo, en general, se haya perdido esa idea de la música como celebración, como experiencia compartida.